La
Pascua constituye el fundamento sobre el cual se asienta y gira
toda la vida del cristianismo. Es festejada por 1200 millones
de fieles en todo el mundo y el Papa da la bendición en
una misa urbi et orbi desde la Basílica de San Pedro.
Las
tradiciones en esta fiesta han ido variando con el correr de los
siglos hasta llegar a convertirse, para la gran mayoría
de la gente, en una semana donde no se trabaja y se comen los
famosos huevos de Pascua. De hecho, el Domingo Santo es uno de
los dos días del año en el que se consume más
chocolates (el otro es la Navidad).
Desde
los comienzos de la humanidad, el huevo fue sinónimo de
fertilidad, esperanza y renacimiento. El huevo adiquirió
importancia dentro de la mitología egipcia cuando el Ave
Fénix se quemó en su nido y volvió a renacer
más tarde a partir del huevo que lo había creado
en un principio. También los hindúes sostenían
que el mundo había nacido de un huevo.
La religión cristiana adoptó esta costumbre para la Resurrección de Cristo, que se rememora en la Pascua. La tradición de dar huevos a los seres queridos se originó en la Edad Media, ya que durante la Cuaresma estaba prohibido comerlos, y las familias conservaban algunos cocidos y protegidos con una capa de cera, para entregarlos como obsequio al finalizar la Cuaresma y el luto, o sea, el Domingo de Pascua.
Nos en Galiza tradicionalmente o padriño regala a rosca a o seu afillado o domingo de Pascua despois da misa.
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